¡Os dejamos con ellos!
¿Quién es la Gruncher Family?
Juan (Castilla La Mancha)
La Gruncher Family la formamos Ana y Samuel, junto con nuestros perros Melvin y Sol, que nos acompañan siempre a todos lados. En enero de 2018 compramos nuestra furgoneta, una Citroen Jumper L3H2.
Nos escapábamos todas las semanas de excursión, pero sólo una noche, lo que el trabajo y el tiempo libre nos permitía. Y desde el principio, sabíamos que nos queríamos lanzar al continente. Así que, dicho y hecho, a los pocos meses estábamos dejando nuestros trabajos y comprando el pasaje de barco Tenerife – Huelva para el 4 de Octubre de 2018. Ya no había vuelta atrás.
Una semana antes del viaje, nos fuimos cuatro noches con la furgo para “practicar” y saber cuánto nos duraba el tanque de agua, si la nevera duraba encendida más de un día seguido, o si era verdad eso del agua caliente. Éramos todos unos novatos.
No sabíamos cuánto tiempo estaríamos, aunque sí nos hacía ilusión llegar a Rumanía. Lo que teníamos muy claro es que no queríamos ir con prisas, no queríamos avanzar por avanzar. Y nos lo tomamos a raja tabla. En 4 meses y medio que duró nuestro viaje al final, subimos por Portugal, recorrimos bastante bien el norte de España, una buena parte de Francia, y de vuelta hacia Huelva por el Mediterráneo, aunque nos saltamos Murcia y Almería por falta de tiempo. El por qué volvimos, ¡lo contamos más adelante!
Cómo vivir y viajar en furgoneta
Hemos publicado un libro con toda nuestra experiencia viajando y viviendo en una furgoneta camper. Todas aquellas dudas e información que nosotros hubiéramos querido saber antes de viajar en furgoneta.
Nuestro presupuesto…
Nuestro presupuesto estimado era de 450/500 euros mensuales, incluyendo todo salvo el pienso de los perros y la gasolina. Los perros, al ser tan grandes, comen algo más de 1kg al día, por lo que en ellos se nos van unos 100/120 euros al mes. Y en Tenerife, antes de salir, les pusimos las vacunas correspondientes, compramos las pastillas mensuales pertinentes y les sacamos sus pasaportes, por lo que todo esto queda excluido del presupuesto mensual.
Gasolina
Con respecto a la gasolina, sabíamos que cuanto más despacio nos moviésemos, menos dinero en gasolina gastaríamos, al menos, mensualmente. Contábamos con la desventaja de que el diésel en Canarias estaba a 89 céntimos al salir, y que fuésemos a donde fuésemos, nos parecería caro. ¡Hasta en Huelva! Nada que decir en Portugal y Francia..
Por lo tanto, estábamos siempre buscando las gasolineras de los supermercados y de marca blanca, pudiéndonos ahorrar así hasta 20 céntimos por litro. Aun así, de 1,39 euros el litro, no bajamos en Francia, por ejemplo. El sitio más barato donde pusimos, fue a las afueras de Barcelona, a 1,04 euros el litro, algo que nos sorprendió gratamente.
Comida y extras
Sobre la comida, salimos con la despensa llena desde casa: legumbres, arroz, pasta, latas de atún, soja texturizada, leche, café y colacao, entre otros. Y Samu, siendo cocinero, es quien tiene todo esto bajo control, como por ejemplo, cocinar raciones justas para dos, para que no sobrase y así no desperdiciar.
Lo único que solíamos comprar era verdura, fruta, pollo y cervezas (reconocemos que gran parte del presupuesto se nos fue en cervezas, sobre todo al principio 🙂 ). Siempre solemos comer en la furgoneta, ya que comemos igual de bien que en casa, pero nos gustaba probar comidas de los sitios a los que íbamos. Por ejemplo, en Asturias nos fuimos de sidras y probamos nuestro primer cachopo. O en País Vasco, salimos de pintxos.
El “tema amigos” también influye, porque cuando vas a ciudades en las que conoces gente, tu vida social aumenta, y por tanto, los gatos. Y siempre supimos que habría un equilibrio, días gastaríamos más, y días, menos. Aunque el viaje durase menos, no íbamos a agobiarnos.
¿Lo cumplimos?
Y sí, cumplimos con nuestro presupuesto. Lo máximo al mes fueron unos 800 euros. A veces más en comida, a veces más en gasolina. La vuelta desde París la hicimos más rápida, y en el último mes se notó un aumento considerable en el diésel, pero muchísimo menor en la comida.
Eso sí, siempre bien llevados y bien vividos.
Cómo es la vida en la furgoneta
En la furgo contamos con la mayoría de las comodidades: tenemos salón, baño con agua caliente, cocina y dormitorio. ¿Qué más podemos pedir? La cama la tenemos en alto y siempre montada en la parte trasera, y todo el espacio de debajo queda libre para los perros.
Hay una valla en el pasillo que cerramos para que ellos vayan detrás mientras conducimos, lo que nos quita bastante espacio de almacenamiento. Así que nuestra mayor recomendación, a parte de disfrutar, es coger sólo lo imprescindible. En el camino habrá siempre tiempo y lugar donde conseguir lo que necesites. En nuestro caso, cogimos ropa para ir a la lavandería cada dos semanas, y aun siendo muy rigurosos, nos sobraron un par de prendas.
Para el ocio, Samu se llevó sus acuarelas y material de pintura y Ana por el camino compró lanas para hacer bufandas cuando empezó a apretar el frío, también unos cuantos juegos, más otros pequeños que compramos o nos regalaron. Pero por ejemplo, la guitarra, la dejamos. No nos apetecía estar llevándola desde la cama al sillón a cada rato, así que hicimos el esfuerzo. Y en cuanto a la lectura, nos hicimos con un Kindle, y así no ocupábamos espacio en libros, un espacio que ya no había.
Por otro lado, ¿quién se encarga de qué? Como en los buenos equipos, hay división del trabajo. Samuel es el encargado de la cocina y de todo lo relacionado con la comida, es quien suele pasear a los perros por las noches antes de dormir, y quien más se ha tenido que subir al techo a realizar arreglos…
Ana, sin embargo, es la que busca los sitios a donde ir, quien lidia con el gps y conduce, suele sacar a los perros al despertar y les da el pienso. Alguna que otra vez también ha subido al techo.
Las «inclemencias» de la vida camper
¿Y por qué tuvimos que subir al techo? ¡Goteras!
A las dos semanas de empezar el viaje, nos topamos con el huracán Leslie, estábamos en Nazaré (Portugal) y nos asustamos más de lo que fue en realidad…. Unos meneos por el viento y bastante lluvia, pero sobrevivimos. 🙂
Unas semanas después nos cruzamos con Beatriz, la borrasca, estábamos en Muxia (Galicia), ésta no fue tan nombrada, pero sí nos preocupó más. Vino con fuerza, mucho viento y nunca habíamos visto llover esas cantidades durante tanto tiempo seguido, sin parar. Estuvimos dos días encerrados, sin salir, solo unos momentos para que los perros hicieran sus necesidades. Por suerte, lo único que nos pasó fueron esas pequeñas goteras, nada que no pudiésemos solventar con sikaflex, y posteriormente, tapando las claraboyas con plástico para quedarnos más tranquilos (¡y secos!).
Donde pernoctamos
Desde el principio del viaje, sabíamos que no queríamos adentrarnos en ciudades muy grandes, y queríamos evitar el transporte público. Viajando con perros, las prioridades eran esas. La mayoría de las veces utilizamos la app park4night o las recomendaciones de amigos de la zona. Pernoctamos siempre en sitios gratuitos, salvo en San Sebastián que pagamos 3 euros al día, o en París que pagamos 8 euros por 2 horas de zona azul al lado de la Torre Eiffel (la noche era gratuita).
Quisimos descartar áreas privadas o camping, porque era un dinero que fácilmente nos podíamos ahorrar, o podíamos emplear en otra cosa. No sentimos peligro en ninguno de los sitios donde nos quedamos, aunque aquí van algunas de las recomendaciones que nosotros tuvimos en cuenta:
No pernoctar en áreas de descanso de autopistas, dejar la furgoneta aparcada con dirección a la salida para “huir” en caso necesario. Nosotros inspeccionábamos la zona con los perros al llegar porque siempre hay tiempo de cambiar de lugar.
Tener en cuenta que si hay viento o mucha lluvia, no quedarse cerca o debajo de árboles o vallas publicitarias que puedan caerse, y básicamente, usar el sentido común. También contamos con la ventaja de tener a nuestros perros, dos perros guardianes que avisan a cualquiera que se acerque a la furgoneta con un ladrido profundo y seco.
Además, contábamos con que nos gastaríamos unos 3 euros cada vez que quisiéramos usar los servicios de vaciado y llenado, pero por sorpresa, todos los sitios a los que fuimos fueron gratuitos y siempre con agua potable. La mayoría eran áreas públicas, en las que a veces también pernoctamos o paramos para comer.
Nuestra realidad en la #VanLife
Estamos acostumbrados a ver fotos en Instagram donde todo está perfectamente colocado y ordenado, incluso con figuras o flores. Nosotros nunca hemos sabido como se hace eso. Con dos perros de 60 y más de 30 kg y llevando con nosotros siempre dos sacos de pienso grandes, como hemos dicho antes, nuestro espacio de almacenamiento se limita bastante. De ahí que nuestras fotos normalmente sean por fuera de la furgoneta (¡jajaja!)
No hablemos de cuando llueve y te mojas y tienes que ir tendiendo todo por la furgoneta para ver si con suerte, se seca. Algo que pasa a menudo cuando tienes perros. O esas 4 garrafas de agua que llevas debajo de la mesa junto con una bombona de gas que pasas a la parte de la cabina, cada vez que paras.
Muchas veces aparcas en sitios privilegiados, con paisajes de encanto, pero otras en una avenida donde pasan coches cerca muy rápido, o un parking donde te despiertan haciendo botellón, y, o bien te reprimes e intentas dormir, o vuelves a cambiar las garrafas de agua y la bombona de gas hacia atrás para moverte de sitio.
¿Otro tema? La calefacción, en Canarias realmente no la necesitamos, pero una vez ya estábamos por el norte, la echamos de menos. Nos planteamos poner una de camino, pero eso significaba buscarnos un sitio con los perros mientras la instalaban, y un desembolso de dinero en algo que realmente no usaríamos en un futuro cuando estuviésemos de vuelta. ¿Qué hicimos? Tras ver tutoriales en Youtube, compramos velas y una maceta de barro y nos apañamos con eso, con pijamas de franela, sabanas térmicas y buenas mantas.
Aun así, si sopesamos lo bueno y lo malo, siempre nos quedaremos con lo bueno.
Entonces… ¿Por qué volvimos?
Nos hacía ilusión llegar hasta Rumanía, aunque éramos conscientes de que en invierno y sin calefacción se nos haría complicado. Así fue, llegado el invierno, empezamos a ver que había muy pocas horas de luz, y junto con el frío, llegamos a estar a -6 grados, pasábamos muchas horas dentro de la furgoneta. Un imprevisto que supimos sobrellevar viendo series, jugando o leyendo, pero que no estaba en nuestros planes iniciales.
Esto no era todo, unos días antes de Navidad, en concreto cuatro días antes, supimos que Ana estaba embarazada, y aunque no era un imprevisto, pensamos que la sanidad francesa se asemejaría más a la nuestra, y que podríamos comunicarnos más fácilmente aunque fuese en inglés, pero no. Y tras casi un mes por el país pensando en si seguíamos avanzando un poco más o no, al final, nos sentimos más seguros volviendo a casa. Por eso pasamos unas semanas más por la península y cogimos el barco rumbo a Tenerife a mitad de Febrero.
Ya llevamos casi un mes en Tenerife, y aquí estamos escribiendo desde la furgoneta en la Playa de Almáciga, Parque Rural de Anaga. Y mientras podamos, intentaremos seguir escapándonos, visitando otras islas, extendiéndolo lo máximo posible.
Con la misma filosofía, pero más cerca de la familia mientras esperamos a Emma.
Y hasta aquí este fantástico relato de la Guncher Family!. Si quieres saber más sobre el mundo camper, haz clic aquí, y si quieres continuar leyendo relatos e historias de viajeros, clic aquí.
¡Nos vemos en la carretera!